2/23/2008

El tren más triste del mundo

Todo análisis poético tiene un carácter interpretativo y esta es una limitación de la crítica literaria. Sin embargo este mismo factor limitante permite que se abran distintas lecturas sobre un mismo texto, y por tanto, un solo texto puede resistir una cantidad de análisis que pueden llegar a ser ilimitados.

por Gregorio Angelcos

Claro está cuando el texto es esencialmente poético, y desde este género es capaz de representar simbólicamente una realidad que, por una parte es extemporánea, y por otra deja de serlo, cuando el poeta se filtra por una ventana cruzando la línea divisoria entre lo objetivo y lo subjetivo, y logra plasmar en su conciencia, y en sus emociones, una verdad que parece indescriptible por lo patético de sus imágenes, pero que la poeta la hace trascender, incorporándola a un espacio donde hace coexistir la desesperanza con los sueños, describiendo un lógico devenir del tiempo aunque por momentos su relato sea atemporal y se sitúe fuera de él.

He señalado dos conceptos para referirme al texto poético de Valeria Zurano, relato y atemporalidad. A través del primero la poeta narra en prosa un viaje en tren, poetizando el tránsito interno y externo del Gran Capitán, desde su interior percibe el paisaje, una secuencia fotográfica que capta con el lente de sus pupilas, y se desborda con el registro que quedará habitando en su conciencia, durante un tiempo indeterminado para ir dándole la fisonomía estética que requiere como proceso esencial un texto poético que en este caso es no tradicional.

Luego, como pasajera de un vagón se deja llevar inconscientemente por una línea de acero por donde giran las ruedas de un medio de trasporte pesado, lento, taciturno, que pareciese ser que no tiene prisa, después de todo, reitera permanentemente el mismo recorrido en forma anodina, es la rutina de un viejo cuyo destino trágico y mecánico es la muerte. Aquí Valería se contacta con una marginalidad que oscila entre la tristeza y el delirio, grupos de seres humanos que se trasladan en busca de un mito. Cada situación esta determinada por un ritual, por uno que otro suceso mágico, y en el intertanto, la aprehensión de esa realidad esta destinada a convertirse en poesía.

El segundo concepto que está presente, y se reitera en el relato poético es el del tiempo, cito algunos versos de la poeta:

El tren se va pero siempre regresa, duerme, desaparece, para convertirse en un fantasma

Perdemos conciencia del tiempo

En la transparente hora de la siesta nos derramamos en las gotas del sudor que nos obliga a invocar creencias de otros mundos

No has podido encontrarme porque permití que mi presencia se filtre por esas pequeñas e imperceptibles fisuras del tiempo

Hay una relación analógica de la poeta con Jorge Luis Borges, porque vive por instantes fuera del tiempo, son ambos en gran medida atemporales. Como Borges, la idea es vivir fuera del tiempo, aunque desconozco si Valeria lo percibe racionalmente.

Borges siempre pensó que podía deshacerse del tiempo cronológico, para darle sentido a su existencia en un tiempo que Octavio Paz definió como el tiempo de la conciencia. Claro esta que Borges al reflexionar sobre el tema señaló: “Pero no sé si es posible, aunque dos veces en mi vida yo me he sentido fuera del tiempo. Pero puede haber sido una ilusión mía: dos veces en mi larga vida me he sentido fuera del tiempo, es decir, eterno. Claro que no sé cuánto tiempo duró esa experiencia porque estaba fuera del tiempo. No puedo comunicarla tampoco, fue algo muy hermoso”.

El Gran Capitán es un viaje a la eternidad, y más que una crónica de un viaje al litoral, es una viaje al centro del hombre, a la constatación de que a pesar de las modernizaciones sistémicas, la vida de miles de seres humanos, es paupérrima, inconscientemente dolorosa, de tránsitos rutinarios, donde el destino final es el no destino, no llegarán a ninguna parte de su propia existencia, la vegetatividad los conduce hacia un terminal donde la muerte los está esperando para brindarles la paz y el silencio, tal vez el equilibrio que neutralice el pesimismo o las pasiones artificiales que se confunden con la felicidad; aunque las carencias continuarán limitándolos en este espacio donde la comunicación se interrumpe, incluso con Dios, porque la antropología que construye los mitos con sus respectivos rituales también ha desaparecido.

Hay en este relato poético una atmósfera de tristeza, tal vez este sea otro concepto que se desprende del texto, la tristeza es una de las emociones básicas del ser humano, junto con el miedo, la ira, el asco, la alegría y la sorpresa. Es un estado afectivo provocado por un decaimiento de la moral. Es la expresión del dolor afectivo mediante el llanto, el rostro abatido. A menudo nos sentimos tristes cuando nuestras expectativas no se ven cumplidas, cuando las circunstancias de la vida son más dolorosas que alegres. Y aunque en este viaje hacia a la ciudad de Posadas en la Provincia de Misiones, nadie llora, con excepción de los niños, sus pasajeros dejaron de volar, perdieron su ingravidez y se desplazan con sus rostros abatidos y resignados por una suerte a la que fueron sometidos y de la que no podrán escapar jamás. Por instantes este viaje me recuerda otro que ocurre en el clásico cuento La bola de cebo de Guy de Maupassant, emblemático autor del siglo diecinueve.

La poesía del Gran Capitán es corte realista intervenida por lúcidos intervalos de ficción.

Todos los días nace un poeta pero muere al día siguiente, porque aunque tratan de decir o de percibir, se entrampan con sus limitaciones en el uso del lenguaje, o quedan atrapados entre sus lugares comunes que son parte de las simplezas necesarias, pero que morirán y serán enterradas en el cementerio de la intrascendencia.

Otros se embarcan en un viaje para introducirse en los laberintos de la muerte, y se desplazan a través de sus imágenes y de su lenguaje para encontrarse con la vida: Curiosa paradoja.

El viaje de Valeria en el tren más triste del mundo es único e irrepetible, fue una evolución hacia la nada, porque sus pasajeros se perdieron entre la nebulosa absurda de la realidad, pero quedaron inscritos en el texto para convertirse en seres dotados de eternidad.

En este caso la poeta es el guardián del mito y de la imagen hasta que lleguen tiempos mejores, que no llegarán, porque el Gran Capitán dejo de transitar sobre los rieles oxidados de su ruta, y quedó abandonado en la estación desde donde Valeria lo abordó para atravesar el umbral del silencio y avanzar hacia la Estación de Castelar, donde seguramente la esperan nuevos proyectos poéticos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Los comentarios deben ser firmados y serán confirmados por el Consejo Editor