9/13/2005

REPENSAR A ALLENDE, PENSAR COMO ALLENDE

por Jorge Arrate
Las derrotas son completas sólo cuando los vencidos olvidan las razones por las que lucharon. No es el caso de los derrotados el 11 de septiembre de 1973. Hay explicaciones para la fortaleza de su memoria; pero una es la principal: Salvador Allende. Para los vencedores de entonces esta constatación evidencia los límites de una victoria que pretendían total. Por algún tiempo todavía, casi obsesivamente, persistirán en sus intentos de imponer en Chile, por diversas vías, las reglas del olvido. Una vez más, fracasarán. Allende, el socialismo, la izquierda, son parte esencial de la nación, de su ser, de su cultura. Aquel que pretenda suprimirlos como recuerdo, referente, idea, partido, movimiento o fuerza, tendrá que asumir, de nuevo, la odiosa tarea imposible de suprimir parte de Chile. Por eso, cada año, en septiembre, pensar en Allende, recordar a Allende, repensar a Allende es casi un rito, pero un rito con significado: se trata de desentrañar nuevas claves que permitan avizorar un mejor futuro, como el que concibió Allende. Treinta y dos septiembres he recordado y pensado una y otra vez la figura de Allende y veo, digno, sereno, al constructor de justicia, al luchador por el socialismo. Pero con el tiempo emerge para mí un Allende más “incómodo”. He ido descubriendo un Allende inconfortable, portador de anomalías y desórdenes, un gran crítico práctico de la sociedad capitalista latinoamericana de su tiempo pero también un crítico de los modos que la izquierda propuso para cambiarla. Allende tuvo un accionar político inconformista, indócil, rebelde, que coincidió y disintió con la izquierda o las izquierdas (su izquierda, sus izquierdas), normalizadas por ese entonces, en su mayor parte, en discursos teóricos sólidamente establecidos que aspiraban a clasificar y dotar de “regularidad ” el discurso allendista. Quizá por eso en la experiencia de la Unidad Popular victoria y derrota están fuertemente imbricadas: factores que destacan positivamente en uno de esos momentos se expresan con signo negativo en el otro, y viceversa. De esta manera, la práctica democrática de la izquierda y el acatamiento de los marcos jurídicos que caracterizaba a la sociedad chilena en general, permitieron invocar exitosamente disposiciones legales y tradiciones políticas para consagrar constitucionalmente un triunfo electoral con poco más de un tercio del sufragio popular. Pero los mismos factores incidieron, por ejemplo, en la debilidad manifestada en algunas ocasiones para ejercer con mayor energía facultades legales o constitucionales o en la audiencia que lograron las voces que proclamaban que el gobierno incurría en ilegalidades o utilizaba contra su espíritu la legislación vigente. Mientras la práctica reivindicativa impulsada durante largos años por el movimiento sindical orientado por la izquierda se tradujo en fuerza de masas y se reflejó en los resultados electorales, esa misma práctica se expresó en la orientación consumista de algunas etapas de la política económica del gobierno y fue aprovechada por la oposición para perforar la fuerza de la Unidad Popular incluso en segmentos de la clase obrera organizada. Mientras una cierta mezcla de ignorancia y apatía de la izquierda en relación con los problemas de la seguridad nacional y las Fuerzas Armadas (¿o era un sentimiento de impotencia?) impidió la creación de áreas de conflicto inminente o de abierta contraposición, dicha apatía y desconocimiento se expresó durante el gobierno en las dificultades para conducir una política exitosa en esta importante área. Es que el proceso chileno al socialismo era surcado por corrientes subterráneas. Una, la tensión entre el proyecto y su vía con su actor o impulsor, es decir, la contradicción entre la llamada “vía chilena al socialismo” y la izquierda, el protagonista que debía conducirla en cada una de sus fases. Dos, la tensión entre las características del protagonista y las tareas que el ejercicio del gobierno imponía como condiciones necesarias, aunque quizá no suficientes, para tener éxito. Desde el día en que la izquierda triunfó en las elecciones pareció vivir con una dramática duda sobre su propio proyecto. Para algunos casi toda incertidumbre tendía a resolverse si había organización coherente y sólida y dentro de los límites que su propia elaboración teórica suponía a los acontecimientos en curso. Para otros el problema era mayor: la experiencia allendista contradecía hasta ese momento las estimaciones políticas de congresos partidarios y las profecías que indicaban que la lucha electoral y pacífica sería fatalmente intervenida por la derecha violenta. Similar era la situación de sectores en pleno proceso de radicalización y en actitud crítica al conjunto de la izquierda histórica y específicamente de su principal líder electoral, Salvador Allende. En 1970 la Unidad Popular asumió el gobierno con el lastre de las disfuncionalidades provenientes del pasado, de esa contradicción entre el proyecto que surgía triunfante pero aún no realizado (¡nada más que la victoria de una insólita esperanza!) y las posiciones teóricas consolidadas, probadas en otras latitudes y con la apariencia, entonces, de cierto grado de éxito. Allende obviamente no podía reescribir el pretérito: la fuerza con que contaba era la que existía, con sus incuestionables virtudes y sus innegables limitaciones. No tenía otra alternativa que superar las dificultades sobre la marcha. Y, como también era esperable, este hecho constriñó severamente los márgenes de libertad del Presidente para actuar y redujo severamente las opciones disponibles. Desde este punto de vista es posible sostener que los partidos de la izquierda protagonistas de la Unidad Popular, más allá de sus aportes impresionantes a la generación y desarrollo del proceso, de su probada lealtad y heroísmo, y eventualmente de su razonamiento político en alguna coyuntura más afinado que el del Presidente, constituyeron una fuerza más normalizada, apegada al canon teórico, mientras Allende, en posiciones contra la corriente, teóricamente no consagradas, por eso mismo mucho más complejas que los recetarios vigentes, fue más innovador y levantó con su acción una crítica de la izquierda chilena mucho más profunda que las autocríticas “oficialistas” que circulan hasta hoy. Al recordar la izquierda chilena de los años 60 y 70 es posible identificar dos elementos como factores de consolidación de identidad y de unidad: uno es el liderazgo de Allende, el “allendismo”, el otro es el rol de la teoría política como factor esencial de un pensamiento básico común relativamente compartido. Con al perspectiva que da el tiempo es posible entender hoy que la teoría, como cemento y uniformador, y el líder, como difusor, mediador y vértice adquirieron por momentos contornos antagónicos. La Unidad Popular tuvo una doble faz: reflejó la ortodoxia en la teorización no idéntica de sus partidos pero fue original en su práctica. La ideología se sostenía en el canon teórico, la práctica en Allende. La teoría y Allende eran los cementos de esa izquierda. Ambos elementos no convergían necesariamente y esa divergencia contribuyó a las debilidades de conducción de los partidos y del propio Presidente. En este sentido Allende representó una paradoja: el político de izquierda más inserto en la institucionalidad, el que predicaba la posibilidad de construir un nuevo Estado con continuidad legal entre el que deseaba reemplazar y su sucesor, el más asimilado a los estilos y prácticas de la política del período denominado “Estado de compromiso”, desordenó todos los esquemas y principalmente los de sus propias fuerzas de sustentación. Recabarren, Mariátegui, el Ché, Allende, cada uno a su modo, desordenaron, desecharon los caminos ya codificados. Pensar como Allende hoy no es literalmente pensar como Allende. Es pensar como lo hizo Allende: no renunciar al examen atento de los datos de realidad y analizarlos con espíritu crítico y libertad. Al intentar un pensamiento propio y renunciar a la mera imitación Allende abrió nuevos caminos, siempre fundado en principios. Debemos perseverar. (*) Jorge Arrate fue Presidente del Partido Socialista. Hoy preside el Directorio de la Universidad de Arte y Ciencias Sociales (ARCIS).

9/07/2005

Mito, triquiñuelas y control en la empresas del Chile democrático

El país exitoso y tan bien evaluado por el neoliberalismo internacional, por sus índices de crecimiento y su política macroeconómica. Que progresa y se moderniza bajo la conducción de la Concertación y las estrategias empresariales de mercado, presenta en el plano laboral como paradoja un cuadro de bajos ingresos cuyas variaciones en el tiempo, contrastan con los niveles de concentración de riqueza acuñados por los grupos económicos que controlan las industrias de mayor volumen y el sector financiero.
por Gregorio Angelcos Esta contradicción tiene su origen en el añejo plan laboral elaborado durante los años de dictadura por el ministro José Piñera (hermano y cómplice del presidenciable Sebastián Piñera). Se trata de un conjunto de normas pensadas para debilitar a las organizaciones sindicales fijándoles un marco restrictivo a su acción. De esta manera se condicionaron el derecho a la huelga, se establecieron criterios asimétricos en los procesos de negociación colectiva, y se disminuyeron considerablemente, los derechos laborales del trabajador. Las empresas por su parte han creado procedimientos administrativos internos que limitan aún más la capacidad de los sindicatos y gremios para mantener los equilibrios básicos a la hora de negociar un tratamiento salarial más holgado, y de paso, disminuir las medidas de protección frente a las decisiones unilaterales de las empresas en lo referente a despidos, suspensiones, o reemplazo de un funcionario por otro, sin que el afectado disponga de un respaldo jurídico y una organización sindical sólida que represente sus intereses. Por esta razón, la denominada “flexibilidad laboral” argumentada por los empresarios como una “herramienta para aumentar el empleo”, se instala como otro elemento destinado a fortalecer la exclusión y la explotación en el mundo del trabajo. La “flexibilidad laboral” potencia la inestabilidad del trabajador privilegiando los intereses de los empresarios para continuar por la senda antidemocrática de concentrar la riqueza. Con esta “herramienta” otorgada en complicidad por el gobierno y el poder legislativo se podrá despedir y sustituir con gran facilidad a un trabajador, simplemente contratando mano de obra temporal por una determinada cantidad de horas que serán valoradas subjetivamente por el propio empleador. Así, la incorporación de trabajadores bajo esta modalidad, permitirá a los patrones valerse de este mecanismo como un recurso en su beneficio al momento de fijar la política salarial de una determinada empresa. Un trabajador de contrato fijo o de planta con una determinada remuneración, deberá asumir la incorporación de otro trabajador a contrata o con boleta de honorarios por una cantidad de horas inferiores a la jornada laboral establecida por ley. Si ambos desempeñan el mismo rol en el proceso productivo, es obvio, que el segundo será contratado por menos ingresos que el primero. De esta manera, y dado los índices de cesantía que se mantienen relativamente estables en el país, la eventual legislación para imponer un régimen laboral con “flexibilidad laboral” incluida contribuye a disminuir en forma creciente, los recechos e ingresos de los trabajadores. Es necesario agregar que, la política salarial en Chile es una de las más bajas del continente, sin embargo, los mecanismos de control y regulación estatal de los espacios laborales se escapan frecuentemente de su acción, distanciándose cada vez más, pues la ideologización de la idea de descentralizar para radicar el manejo de la soberanía económica en los grupos financieros, hacen que gran parte de los conflictos que se dan en el ámbito del trabajo, ya no sean del ámbito de competencia del gobierno de turno. Es un problema estructural legalizado y legitimado por el poder económico y político en clara concomitancia, y en desmedro de la enorme masa laboral que mueve la vida económica del país. Por esta razón, la posible acción del gobierno se ve impedida formalmente de ejercer su autoridad en un contexto económico que consolidó su autonomía para preservar las inequidades, y por tanto, la valoración monetaria del trabajo humano es determinada por la decisión y la voluntad de quien contrata un servicio determinado, en este caso, el patrón. Lo básico que resuelve el Estado es la fijación del sueldo mínimo, cuyo valor actual es de $120.000 mensuales. No sin antes, consultar con los trabajadores, pero principalmente con los gremios empresariales, quienes tienen la última palabra. Misérrimos $120.000 que incluso no se cancelan en muchos lugares de trabajo como supermercados, tiendas en los mall, servicios gastronómicos, labores agrícolas, entre muchos lugares de trabajo, pues el monto del salario está incluso por debajo del valor señalado. Existe entre la opinión pública, el juicio de que en el sector privado, los ingresos son superiores en promedio a los del sector público. En conversaciones con obreros, empleados, funcionarios y profesionales que trabajan en el aparato del Estado, los municipios y empresas que desarrollan diversas funciones en el mercado, comprobamos que los primeros tienen estatutos administrativos más flexibles, con evaluaciones de su desempeño laboral hecho por los departamentos de recursos humanos en forma compartida por los funcionarios electos por los propios trabajadores, y que ganan y gozan de una estabilidad bastante más razonable que en numerosas empresas del sector privado. Al analizar este tema centramos la observación en la gran masa laboral que es la que en definitiva debe preocupar esencialmente a una verdadera propuesta socialista. Sólo tres ejemplos para graficar el fundamento del texto: un(a) empleado(a) que se desempeña como cajero(a) en un supermercado tiene un ingreso promedio de $120.000 mensuales, en la misma función de recaudar dineros en una caja municipal o de alguna repartición del Estado que realiza cobranzas, el promedio del salario alcanza a los $280.000 de promedio mensual. Una secretaria común de una empresa del sector privado recibe un salario promedio de $150.000 mensuales, en cambio, en el aparato del Estado está por sobre los $200.000 mensuales. Finalmente, un arquitecto de una empresa constructora tiene un promedio de ingresos de $600.000 al mes, mientras que en el aparato del Estado está por sobre los $700.000 mensuales. Y así se reproduce el cuadro en un numeroso conjunto de actividades productivas y de servicios en el país. Por tanto, mantener el volumen del Estado permite garantizar un amplio espectro de empleos con salarios bastante más dignos que en el sector privado, derrumbando de paso el mito de mejores ingresos donde opera el capitalismo libre de trabas para perpetuar el modelo explotador. De aquí, el interés de las empresas extranjeras por invertir capitales en Chile. El país a través de sus políticas económicas y la legislación del sector les garantizan una inversión con una baja carga tributaria, y de paso, con salarios miserables y leyes laborales que protegen sus intereses en el marco de cualquier conflicto. Mientras tanto, nuestros trabajadores deben aceptar resignadamente un tratamiento salarial que constriñe su consumo a los productos más básicos y esenciales para subsistir. De esta forma, el país que labora cotidianamente es gobernado en sus necesidades inmediatas por los grupos económicos de manera discrecional, mientras que las autoridades del Estado permanecen indiferentes o simplemente comparten las lógicas que impone el modelo neoliberal en el país. La observación en abstracto que hacen los técnicos del gobierno o las comisiones especializadas del Congreso Nacional sobre estos temas son condescendientes, señalando que el crecimiento económico en forma mecánica generaría una mejor distribución del ingreso. Obviamente, una falacia compartida por todos aquellos que desde el punto de vista de sus ingresos individuales están satisfechos en sus necesidades inmediatas. Pertenecientes la mayoría de ellos a las categorías acomodadas de la sociedad, administran o legislan con una óptica superestructural, carentes de una sensibilidad adecuada al conjunto de necesidades no satisfechas con las que viven la mayoría de los trabajadores chilenos. Una cosa es lo que señala el discurso público, y otra, muy diferente es la realidad que viven los asalariados en sus espacios laborales. El Chile político es complaciente con el Chile económico, es complaciente con los inversionistas nacionales y extranjeros, y es arbitrario con el país que vende su fuerza de trabajo. El presidente Ricardo Lagos no tuvo la capacidad de disminuir la brecha entre ricos y pobres; es de esperar que el futuro gobierno tenga el valor de ponerse la “roja de todos” e intente alcanzar mayores niveles de equidad, aunque el panorama parece sombrío. No hay claridad respecto de como abordar el tema, pues el nivel de consolidación que ha alcanzado el poder fáctico de los empresarios hace que este objetivo clave no se encuentre “a la vuelta de la esquina”. Sólo la capacidad de lucha y de organización de los trabajadores, la conciencia colectiva del pueblo-país podría reaccionar significativamente frente a este cuadro de injusticia social. Lavin y Piñera son más de lo mismo, ¿Bachelet, Hirch?; la opinión pública tiene su propia respuesta.

Discretamente oligárquica

En diciembre, 40% de los parlamentarios irá tras su cuarto mandato, blindados por la ausencia de leyes que limiten la reelegibilidad de diputados y senadores. Fredy Cancino Como toda cosa humana, la democracia es imperfecta. Hay una democracia real, la que se vive, y una ideal, que sólo existe en la cabeza de los bienaventurados utopistas. Imperfecta pero perfectible, como lo saben bien quienes tratan de mejorarla. Para Norberto Bobbio, eran cuatro las principales amenazas que acechaban a las democracias modernas: los poderes ocultos (fácticos les llaman aquí), esos que no se ven pero que actúan; los poderes criminales, aquellos que operan y deciden fuera de la ley; la apatía política, que deja en manos de otros las decisiones públicas (en Chile hay 4,5 millones que callan en el momento del voto); y, finalmente, están las oligarquías, aquellos pocos que aun sometidos a las reglas de la democracia, se las arreglan para reproducirse a sí mismas, una y otra vez, en el poder político. Los artilugios de conservación de las oligarquías son variados. Desde luego, se parte construyendo cofradías en gremios, partidos, sindicatos, y en todo lugar donde se disputen cuotas parciales de poder. Organizar una cofradía debe, sin embargo, partir de ideas, valores y propósitos que han de ser nobles y altruistas. Los cofrades deben convencerse de que obran por los intereses superiores de la organización y, porqué no, de la nación entera. La cofradía va tras el poder por sobre los intereses particulares de sus miembros, persiguiendo una satisfacción colectiva. El asunto es que los puestos de mando deben ser ocupados por personas concretas: nosotros, ciertamente, dicen los asociados. El resto resulta más o menos conocido. Recomendaciones, designaciones y elecciones internas deben favorecer primeramente a los cruzados, que a su vez favorecerán a otros cruzados amigos; en suma, gente de toda confianza. La oligarquización de la política es una de las patas cojas de la ya no tan nueva democracia chilena. El poder que oscila entre pocos, pocos que oscilan en el poder, intercambiándose cargos como en el juego de las sillas musicales, en el cual algún desdichado termina de pie. Hay quienes le llaman metafóricamente “la chimenea que no tira”. Las próximas candidaturas parlamentarias son un ejemplo fúlgido de ello, como lo fueron las pasadas municipales con el apogeo de los alcaldes vitalicios. En diciembre, 40% de los parlamentarios irá tras su cuarto mandato, blindados por la ausencia de leyes que limiten la reelegibilidad de diputados y senadores. Leyes que deberían hacer ellos mismos, cosa bastante remota. Y no es que en Chile escaseen los buenos políticos, lo que podría justificar la permanencia impávida de legisladores que tornan y retornan a su sillón. Es que hay normas no escritas, pero igualmente sagradas, como la regla que dice: “el que tiene mantiene”, que encabeza el vademécum de la oligarquía política. Luego, la red de influencias, amigos y favores construida durante una legislatura, más los pactos de la cofradía, se encargarán de hacer cumplir el precepto. El sistema binominal ayuda. Y si esto no basta, una buena encuesta dirá que el parlamentario es más conocido en su zona que cualquier otro cándido postulante a su sillón. ¿Es buen o mal legislador? ¿Perderá el Parlamento con su no reelección? No importa, la televisión se encargará de ese detalle. Michelle Bachelet, la más probable próxima huésped de La Moneda, ha señalado “caras nuevas” y nada de “repeticiones de platos”. Se refería naturalmente a los cargos de su Gobierno, porque no pretende de seguro sustituir a los partidos en las designaciones de sus candidatos. Pero es una buena señal, apunta a renovar una clase dirigente que después de 15 años acepta el trantrán de la administración pública sin mayor creatividad ni audacia, sumida en la buena administración, sin duda positiva pero despuntada de aquellos inevitables riesgos y desasosiegos que implica el progreso. Por ejemplo, el paso a un lado con la píldora de día después. La de Bachelet es una voluntad de renovación, siempre saludable en democracia, que no parece permear la sólida estabilidad de las escuadras parlamentarias, que no conciben otra vida fuera del hemiciclo, como si en ello se jugara la suerte nacional. La verdad es que la patria libra su destino de cien otros modos, a pesar del eterno regreso de sus legisladores.

8/19/2005

Larga vida al dictador

Fredy Cancino Creo que Gladys Marín lo dijo: larga vida al dictador. Intuía tal vez el iceberg que lentamente ha ido aflorando hasta hoy, develando una tras otra las felonías de una familia que, montada en la grupa del furioso cuerpo armado de 1973, por 17 años se embriagó en un poder omnímodo que parecía sin fin. Un pedestal que les hacía creer por encima del bien y del mal. Pero como siempre, los dioses ciegan a quienes quieren perder.

Primero lo increíble, la detención en Londres y el comienzo de la tragicomedia que embadurnó para siempre el honor del Capitán General. La simulación y las triquiñuelas posteriores no hicieron sino confirmar lo que las voces de la Historia afirmaban: éste, nuestro dictador, fue sólo una trágica mezcla de astucia, impavidez y oportunismo; de la terrible misión que como soldado dijo asumir, nada. Humo que ocultaba una desmesurada ambición que hoy sabemos no sólo era de poder, también de dinero. Éstos, sus últimos años, han sido la exhibición atroz de lo que el miedo humano puede mostrar. El hombre ha debido fingir enfermedades, entregar explicaciones cándidas (o idiotas) que él y su entorno se han esmerado en preparar; obligado, ha seguido haciendo gala de su peculiar cinismo, pero esta vez agónico heredero de la soberbia de antaño. Intentó aferrarse a la senaduría que había confeccionado para sí, pero jueces, alguna vez insignificantes para él, derribaron ese último escondite y tentativo de impunidad. Arrestos domiciliarios, desfile de hijos, esposa y yernos ante los tribunales, hasta la gran vergüenza final: la sangrienta misión de la providencia autoasignada, aquella por la cual debió matar, torturar y perseguir, se resolvía finalmente en 128 cuentas ocultas en el extranjero y 27 millones de dólares a su haber, con relativo daño al erario de la Patria que decía salvar y amar. En este triste ejercicio de monedas y faltriqueras reside la clave que permite decir que no estamos ante una tragedia humana producida por el error de convicciones o terribles ideales, que eso alguna dignidad tiene. No, la grandiosidad histórica que se empeñaron en otorgarle a esos 17 años, era al fin y al cabo la coartada inconsciente para el enriquecimiento de una familia. El general que se encoge en sí mismo, huyendo de la propia responsabilidad, debía sufrir aun las últimas estocadas de quienes cantaban a su gloria. Uno tras otro comienzan a negarlo, a olvidarlo, a evitar hablar de lo que eran hazañas del pasado. La derecha chilena, la política y la económica, lavaron apresuradamente la herencia de poder y riqueza que el dictador les había construido. Las fuerzas armadas, bastión personal y hoguera de su propia vanidad, se aleja de su figura y obra, sacudida por la lenta pero incisiva transformación que las ha ido sacando del ghetto y acercándolas a una concepción moderna e institucional de su misión. En el horizonte, se perfila el “buen soldado”, preparado y confiable, avergonzado quizás del antiguo dictador. Ha habido muchos tipos de finales para los dictadores del mundo. Algunos escapan por la fuga o la muerte, como Franco o Batista. Otros son víctimas de la furia popular, como Mussolini y Ceascescu; hay otros que terminan con los huesos en la cárcel, como Hussein, Milosevic o Noriega. También los hay que viven un largo otoño de patriarcas en el poder, ignaros de las grietas que comienzan a corroer sus regímenes. Y hay dictadores como el nuestro que, despojados del poder y esquivando la justicia con argucias, presencian y sufren el desmoronamiento de su obra, el abandono de los cómplices del pasado y, finalmente, el derrumbe de su propio honor militar. Muchos detractores y gente de bien, han esperado y esperan con anhelo la muerte del dictador, ansiosos de dar vuelta la página oscura que él representa. Hay chilenos que incluso llaman a aprovisionarse de fuegos artificiales y cohetes para festejar la noche del deceso. Sin embargo, a la luz de los hitos de una justicia lenta, zigzagueante, pero que finalmente lo acorrala, de la Historia que comienza a juzgarlo con la severidad que merece y del justo sufrimiento personal por el mal que hizo, deberíamos propiciar muchos años más de vida al dictador.

8/15/2005

La resurrección del
último excomulgado por Enzo Borroni Para escribir sobre Roberto Bolaño, se debe encender un cigarrillo, tomar un espejo por sus orejas y reírse de sí mismo; después, coger el lápiz con la mano izquierda y patear letras en la hoja en blanco con la pierna derecha. Para escribir sobre Roberto Bolaño debes convertirte al ambidiestrismo De Roberto Bolaño, el escritor, ya todas las “madres literarias” de este país han dedicado sus humildes páginas atiborradas de rimbombantes platillos y cursis lágrimas, rosas y despedidas. ¡Viva el Gran Escritor, el Visionario, el Desterrado! ¡Viva el Elegido! Epítetos que más que serios y francos artículos en torno a la obra de Bolaño, se transforma en una fiesta absurda, por decir lo menos, en donde los que antes alzaban la mano para apedrear cualquier movimiento de la palabra del escritor, ahora se suben, sin asco y vergüenza al carro de la victoria, mucho más que nunca, después de poder diaconizar la imagen de Bolaño en sus mugres de comentarios. Este santiaguino siempre fue odiado por la crítica chilena, pero el sentimiento fue mutuo. “Chile es un país donde ser escritor y ser cursi es casi lo mismo…La verdad es que los escritores chilenos actuales, los narradores y me imagino que también los poetas que están en el Hit Parade, son muy malos, y todo el mundo sabe que son muy malos, y además de malos, trepas, plagiarios, embaucadores, tipos capaces de todo por conseguir un trozo de respetabilidad, cuando la verdadera literatura debe alejarse de ella, pero nadie lo dice, no sé porqué razón”. Frases como ésta iniciaron la batalla. Es que su filuda lengua es la que le dará el reconocimiento literario, pero sin duda el camino fue largo, porque para escribir sobre Roberto Bolaño, primero se debe encender un cigarrillo y estrujarlo hasta el filtro, tomar un espejo por sus orejas y reírse de sí mismo, sólo después, coger el lápiz con la mano izquierda y chutear las letras en la hoja en blanco con la pierna derecha. El escritor tuvo que llevar consigo durante toda su niñez dos complicaciones: ser disléxico y ambidiestro (zurdo de nacimiento). Pareciese que la literatura está repleta de genios con alguna “deficiencia”. Mancos, introvertidos, tartamudos e incluso desequilibrados, a los que las «deficiencias» llevaron a la lucha perpetua ya las puertas de la Clarividencia cuando el Todo se desconecta del Todo y crea un nuevo Todo. Al deambular por la duda crece el germen inevitable de la opinión, que para Bolaño se transforma en su pluma. Ácido, crítico, casi nietzcheano, sus ataques muchas veces llegan a echar abajo hasta la puerta de su propia casa. El escritor tenía una lengua de puñal y quien se acercaba para darle un solo golpe, terminaba decapitado. En la política también rodaron cabezas Aunque siempre hemos escuchado al Bolaño escritor, no podemos pasar por alto al político. Después de 5 años en México volvió a nuestro país en 1973 para experimentar la Unidad Popular y el Gobierno de Salvador Allende. Vivió el cruento 11 de septiembre y fue detenido después de apoyar una tibia resistencia. Acusado de terrorista extranjero (debido a su acento mexicano) fue trasladado a Concepción, lugar en donde pensó que terminaría su vida, siendo 8 días después un Moisés salvado de las aguas por un ex compañero al cual no recordaba, y que en ese momento se desempeñaba como funcionario de Investigaciones “A los 20 años vuelvo a Chile solo a hacer la revolución. Yo estaba, por aquella época, más bien en la extrema izquierda, cercano al MIR, pero mi ideología era troskista”. Posteriormente en una entrevista realizada en el año 2003 por el diario El Tiempo de Colombia, Bolaño se refiere al significado del día 11 de septiembre en su vida, desenvainando nuevamente la espada para referirse a la fatídica fecha “Una putada. Un baile parecido al de San Vito. La caída de Allende más la fiesta nacional de Cataluña, que conmemora otra derrota, más el ataque de los suicidas a las Torres Gemelas, que viene a ser una tercera derrota de la cultura frente a la religión”. Al dejar el país, el joven Roberto, no precisamente vuelve al seno familiar que lo esperaba en el Distrito Federal mexicano, la idea de la aventura lo ha sobrepasado enormemente. 20 años, poeta, sobreviviente del golpe de Estado en Chile, todo un héroe, por lo que decide bajar las maletas en Centroamérica, más exactamente en Salvador, país que le traerá la dicha de compartir con uno de los grandes de las letras hispanoamericanas, el mítico Roque Dalton; pero el destino también le mostrará sus dientes cariados al conocer a los futuros asesinos del maestro “Yo conocí a varios de los que mataron Dalton. Viví en su tierra antes de la Guerra Civil y de los diez comandantes principales, cuatro eran escritores. Uno se llamaba Cienfuegos, éste fue el que dio la orden de asesinarlo… a veces me pregunto . si allí no había una enemistad literaria… Creo que básicamente lo mataron por lo de los hijos haciendo el ritual de la matanza del padre”. Después viene su etapa mexicana, la amistad con el poeta Mario Santiago, un sin fin de artículos en diarios y revistas, el movimiento “Infrarrealista” y una vida literaria a toda prueba. 1977 y el nómade vuelve a mudarse. Es-paña, la Costa Brava, Barcelona, Blanes, calle del Loro, serían sus nuevos destinos. Camarero, guardia nocturno de un camping, cargador en el puerto, vendedor de bisuterías, mientras comienza a hacerse conocido en el circuito under español, a través de los concursos literarios de los distintos ayuntamientos. La vida es dura para Bolaño quien alguna vez declarara en torno a la precariedad de un latino en Europa “El crimen lo he visto desde lejos, pero la mendicidad, la inopia absoluta, la he visto muy de cerca” Pero llega 1993 y sus obras “Estrella Distante” y “La Literatura Nazi en Chile” para que de una vez por todas Bolaño salga del ropero. El premio municipal de literatura en nuestro país (del cual dice no sentir orgullo alguno) con sus relatos “Llamadas Telefónicas” y “Nocturno de Chile” novela con la que se gana la enemistad de medio Chile, literalmente. Saca la roncha al describir las reuniones literarias que se celebraban en una casona de Santiago a cargo de la escritora Mariana Callejas, mientras su marido el norteamericano Michael Townly, torturaba prisioneros políticos en los sótanos. En esta misma obra el personaje central es el cura Ibacache, sacerdote Opus Dei, escritor fracasado que narra en el transcurso de la noche, en estado febril, las atrocidades de la época. Comienza con una fiebre de 40°, el relato culmina cuando la calentura ha bajado a los 37,5° y una tormenta de mierda se toma la última frase de la novela. Sus constantes ataques a la derecha política y al gran porcentaje de los escritores nacionales, termina por reventar la paciencia de los afectados, e incluso su crítica también llegó a una parte de la Concertación, a la cual acusó de aburguesarse en el poder, creando camarillas en donde sólo ellos y nadie másque ellos usufructan del poder y sus beneficios. Aunque el premio Romulo Gallegos obtenido por su novela “Los Detectives Salvajes” (1998) ayudó a aminorar las críticas hacia Bolaño, lo ácido de la lengua madre de la narrativa nacional nadie pudo detenerla. Lagos, la Izquierda y la Concertación “No soy un desencantado de la política, aunque motivos no me faltan ni a mí ni a nadie, pues la política por regla general es un nido de serpientes. Sigo siendo de izquierda y sigo creyendo que la izquierda, desde hace más de sesenta años, mantiene en pie un discurso vacío, una representación hueca que solo puede sonarle bien (esas cataratas de lugares comunes) a la canalla sentimental. En realidad, la izquierda real es la canalla sentimental quintaesenciada”. Así se refería Roberto Bolaño sobre la izquierda no solo chilena sino mundial. Su lucidez a la hora de interpretar los hechos de la historia reciente es sinceramente espectacular, aunque muchos digan que estas imágenes ya llevan demasiados años en el ruedo político, la forma y la fuerza con la que el escritor las expone son únicas. En una entrevista realizada por el diario argentino Página 12 en enero del año 2000, consultado sobre el triunfo de Ricardo Lagos en las elecciones presidenciales, no se arrugó para decir que el mandatario electo no exhibiría la generosidad de Allende e incluso más, cuando disparó contra los socios falangistas de Lagos en razón de que “muchos han votado con el miedo que representará la vuelta después de la muerte de Salvador Allende. Incluso debe haber influido para que gente de la Democracia Cristiana votara en contra de la Concertación de la que forman parte” para después hablar de que no habría un punto de comparación entre el mandatario de la UP y el de la Concertación porque “ Lagos no cometería los errores garrafales de la Unidad Popular, pero no podrá exhibir la generosidad de Allende, básicamenteporque no tiene las virtudes enormes de Allende”. En relación ha la sociedad en la que se había transformado Chile después de la vuelta a la democracia, la visión del escritor estaba entre el optimismo y la des-confianza, aunque suene esquizofrénico, pero la claridad de sus respuestas nos dejan con un sabor explicativo enorme de las lúcidas ideas del narrador. “ Aunque se ha sabido salir adelante hasta el momento, Chile tiene una democracia frágil, casi se podría decir vigilada. El Ejército tiene y seguirá teniendo un papel muy fuerte… yo no confío en ningún Ejército del mundo, menos voy a confiar en el de Chile”. Preguntado sobre Pinochet y su vuelta al país luego su detención en Londres, Bolaño fue enfático, categórico y sarcástico, primero adelantándose a la historia con su frase “Lagos ha dicho que deja todo en manos de la justicia, así que no veo al futuro gobierno hacer nada por juzgar a Pinochet… no creo que eso ocurra” , y como en una de sus novelas, intenta imaginar el relato del momento que el dictador entrará en el hemiciclo del Senado “podría resultar algo divertido como vergonzoso. Pinochet podría presentarse en el congreso, levantarse de su silla de ruedas y ocupar su banca. Algunos dirían: “Milagro, milagro” y hablarían de la salud prodigiosa del “ex tirano” y a Jack Straw se le tendría que caer la cara de vergüenza”. Dicho y hecho, una vez más Roberto Bolaño se adelantó a la historia, como todo clarividente que a través de la ficción, (aunque floten sus cenizas en una ola del Mediterráneo), nos puede enseñar lo que es cierto, irreal y eterno.

8/10/2005

Enemigos de la humanidad Fredy Cancino Las bombas de Londre, nos ponen nuevamente frente a dos ideas que se cruzan y suenan trágicamente en estos tiempos: Occidente y terrorismo. No hablamos de quienes critican (o niegan) el Occidente en nombre del Tercer Mundo, sino de fuerzas que, apoyándose en el sufrimiento, pobreza y humillación de tanta parte del mundo, difunden la ilusión de combatir esos males mediante el terror. El terrorismo ciertamente no es nuevo, hasta podría decirse que es una creación del Occidente y sus fuentes nihilistas, véase Los demonios, de Dostoievski, grandiosa lectura, siempre necesaria. Sin embargo, hay una novedad en el moderno terrorismo: el terrorista suicida. La relación entre medio y finalidad (la propia muerte y la muerte del enemigo) en el suicidio/masacre del terrorista de hoy es una relación invertida: la muerte de inocentes se agrega a la gloria del mártir y al premio en el más allá que le espera (y enorgullece a su familia). Si bien cualquier confusión entre fanatismo islamita e Islam deba ser tajantemente desechada, hay una diferencia notable con la idea de la muerte que tiene la cultura cristiana o laica occidental. El terrorista no busca sólo oponerse, quiere también gobernar. A su modo y con las acciones que le parecen más directas y eficaces, atenazando el sentimiento de masas, difundiendo inseguridad y provocando indignación pública. Pero más que esto, quiere influir, desorientar y gobernar. El terrorista se pone siempre en la óptica del poder, de la producción de un shock que sirva para gobernar después. En otras palabras, producir un cortocircuito en el neurótico mundo de la política actual y de las comunicaciones globales. Las Torres Gemelas que ardían y se desplomaban en vivo ante el mundo es su máximo modelo logrado. La finalidad es permitir al terrorista insertarse, o insertar otros actores en el mundo de las decisiones políticas y económicas. Por esto no se trata de un simple asesinato político o masivo, que podría ser fácilmente atribuido a un sicario cualquiera. El terrorismo actual es una forma de violencia política que se manifiesta donde la violencia política no existe, donde hay una normalidad que pueda enmarcar y amplificar la acción de terror. Un metro o una pizzería ofrecen el mejor cuadro de vidas normales, allí donde la improvisa acción violenta produce mayor trastorno. La otra dimensión del terrorismo contemporáneo es la que suministra la globalización, que no es sólo un fenómeno económico, de capitales que van y vienen. La comunicación instantánea, diversificada e intrincada en miles de medios, ofrece la mejor posibilidad de desarrollo de una estrategia global del terror, diferente a las estrategias locales conocidas en España, India, Colombia o Inglaterra, donde el terror se circunscribía (y se circunscribe) a un tiempo y a un espacio limitados, acciones finalizadas a un objetivo regional. Hoy la estrategia global amenaza desestabilizaciones planetarias, con riesgos de asaltos a centros vitales de la vida civil, desde centrales nucleares a centros neurálgicos de Internet. Es una estrategia que puede desencadenar acciones de terror creciente y guerras de más vastas proporciones. Irak enseña. Para derrotar a los productores de terror, no se necesita otro terror, sino civilización. El bienestar, la democracia y los derechos humanos golpean al terrorismo más eficazmente que el asesinato de cualquier líder armado, candidato a mártir de otros seguidores fanatizados. El camino a recorrer es el de la política y la redefinición de legitimidades que puedan otorgar seguridad a las relaciones internacionales, tomando conciencia de que “lo nuestro” no es sólo el Occidente, lo nuestro es lo humano, todo el planeta con su pluralidad de formas, de valores, de culturas. Antes de la intervención militar, se debe impulsar una estrategia en que la ética de la política, la extensión del bienestar, el mejoramiento de la calidad de vida en todo el planeta y el espíritu de la democracia, sean los instrumentos con los que se gana al delirio terrorista. Para el mundo progresista chileno hay pues, en la condena sin justificaciones al terrorismo internacional, un terreno de movilización ideal, sobre todo entre los jóvenes que marchan, construyen y protestan en nombre de los sentimientos generosos que distinguen esa edad. Está, además, la oportunidad de entregar señales inequívocas de compromiso, sin ambigüedades, con los valores de democracia y de paz en que, aun con imperfecciones y limitaciones, vivimos los chilenos. Y que todos los pueblos de la tierra también merecen vivir.

8/04/2005

CARLOS DE ROKHA TODO ANGEL ES TERRIBLE por: Enzo Borroni Ricardi
Nacer en la Ciudad de los Césares, cuando se ha decidido ser poeta, puede ser una ventaja como una soga al cuello. De las entrañas de 2 hijos de la tierra, sale otro mundo al mundo paridor de sol, agua y luz.Reconocer la poesía de Carlos de Rokha es un deber, es como llevar la cuchara a la boca del hambriento. Construir ciudades dentro de la más grande ha de costar. Versos al aire pueden iluminar la vía, pero hogueras que perduren en el alma son palabras mayores que rigen a las otras. Un vidente que desata su locura en el registrar lo que está y no vemos, la velocidad de hoy es el cuchillo que descuera nuestra libertad. Solo libros de poemas bastaron para viajar por la memoria, para que nuestra vida sea escrita con sangre, de esa que ni el jabón del luto logra remover. Solo terremotos de huesos, encrucijadas en que los segundos dan vida y muerte, un pasaje angosto entre el sentir y el crear, una epidemia que los enfermos hemos dado el nombre de poesía.
GATEANDO CON UN VIDENTE
“Poesías de experiencia última, poesía de rechazo a lo fácil y manido a la facilidad que engaña y pierde” así definía, Víctor Castro redactor de la revista Occidente en agosto de 1973, la poesía de Carlos de Rokha a 11 años de su muerte.Su desaparición no cerró su boca, solo apagó su esqueleto ya que su voz resucita en la del buen lector. Hijo de poetas – Pablo y Winett de Rokha- nace en 1920 en uno de los pesebres más linajudos de la poesía patria. Carlos es el niño diferente, el que sigue las huellas del padre y la madre, ese padre autoritario, que viaja vendiendo sus libros de puerta en puerta por todo Chile, de una madre cariñosa que conquista a su progenitor con solo una fotografía impresa en su libro.El poeta-niño llega a la vida no haciendo caso de la gente que lo rodea, evitando desconcentración alguna aunque los tranvías, al escuchar su voz, se paseen con el peso de sus fierros por el gran Santiago de los años 30’. El niño trae consigo un romance fogoso con el idioma, amparado en una intuición de sótano, dulce, de la lírica chilena.Apoya su cabeza en libros de autores-bestias tan distintos como Bretón y Huidobro, Góngora y Humberto Díaz-Casanueva, pero por sobre todo, aquel niño que lo seguirá el resto de su vida, transformándolo quizá, en ese amigo imaginario: Jean Arthur Rimbaud.Desde niño, Carlos, se muestra como una persona distinta, impermeable en su contacto con los demás y de una inteligencia que pocos se podrían jactar. A los 11 años, según los mitos poéticos, se pierde de su casa por 3 días y vuelve como si nada hubiese pasado. A los 13 sin la ayuda de nadie aprende a hablar el francés y comienza su vida en la poesía.Para cualquiera este es un caso extraño, esa videncia absoluta que tenía lo lleva a escribir versos profundos, de un orden creado bajo su pluma, aunque también en ocasiones, a los pabellones del Psiquiátrico de Santiago.“Poemas de un niño visionario que conservó hasta la muerte un extraño acento infantil y don alucinado de fantasía creadora” palabras de Ignacio Valente en “El Mercurio” -19 mayo de 1968- explican la fuerza del poeta que jamás dejó de ser inocente. La llegada del surrealismo a nuestro continente fue formando la letra que atezó posteriormente en su mundo de llamas e irrealidades.No hay mucho donde buscar sobre la vida de este connotado poeta, oscurecido por gobiernos y monstruos de la poesía nacional –incluidos entre éstos su padre- De Rokha jamás apuntó a la fama, eligiendo el camino de regreso a su intimidad, su hogar, su vida.
“... EN EL INSOMNE HUÉSPED QUE SOY CUANDO DE NOCHE ENTRO EN MI SER VISIBLE”
Ya crecido, Carlos avanza hacia un clímax deseado en el mundo de las letras, también se transforma en un amante de la pintura. Crea con facilidad y publica su primera obra en 1944 “Cántico Profético al Primer Mundo” Santiago Ediciones Multitud, dejando mostrar su pluma al grupo surrealista nacional que dio a luz en 1938, no perteneciendo a este racimo literario dado que es bastante más joven que sus iniciadores. Después sigue su derrotero a disposición de las palabras y en 1956 aparece “El Orden visible”.Como señalara el poeta Enrique Lihn en el prólogo de la obra Memoria y Llaves “La poesía de Carlos de Rokha es de las que saldrían gananciosas si se historiara, verdaderamente, el total de nuestra literatura. Con caracteres propios e inconfundibles, la obra de De Rokha registró todas las inquietudes expresivo-formales que han coadyuyado al desarrollo de una pequeña, pero brillante tradición literaria”.Los versos del poeta están llenos de fuerza, llamas, muerte, vida, es el caminante en un universo, que sin duda es el nuestro, refundado en su escritura. De salmo en azul: “No sé sino llorar, a veces / en que un anís de angustia nos consume, / en que tú vienes y ordenas el pan que clama por el cielo, / en que yo ordeno mis salmos dolorosos como huesos / de hebreos / en que una manzana enviuda de su piel / y el mercader del trigo retorna a su país, / entre espuelas de aceite y hachas de borde cruel. / ¡Ah! Olvidé mi ser entre puros recuerdos del retorno / ¡Y nada existe ya, nada, nada; / sólo la quinta esencia imposible del hombre!”Palabras de verdad que se cuelan entre los huesos, en un mundo inventado para quien quiera habitarlo.Prosigue su carrera literaria llegando 1961, año en que logra el primer premio Juegos Municipales Gabriela Mistral con su obra “Memorial y Llaves”. Con una poesía eufórica y auténtica casi no necesita de adjetivos ni aclaraciones, porque su voz emerge desde el interior del alma. “No sé si soy un temblor antiguo en la clepsidra / o un espacio de viento en los helechos. / He de volver, palomas en los vidrios. / He de ir, violines de la espuma, / gallos del diamante, gaviotas de la lluvia”Poeta visionario, que surge a la vida a través de él mismo, sin complicaciones, solo siendo y sintiendo en este mundo en el cual pareciese que todo estuviera prohibido.En 1962, a solo un año de ser laureado, vuelve a ganar idéntico certamen pero ahora se impone con “Pavana del Gallo y el Arlequín” bajo palabra de Gonzalo Orrego en “La Tercera de la hora” en sección “Libros y más Libros” (sin especificar año ni día) en la poesía que vierte De Rokha siempre lo encontraremos como un personaje torturado por la maldad del hombre, siempre hablante, siendo él lo más importante de su poesía.“Siempre habla de si mismo, como hace el verdadero poeta, pero a veces lo hace más directamente. Se diría que se veía como un Cristo martirizado por los pecados del mundo”He aquí una muestra de la invención poeta: del poema De Profundis “Mas la espalda, llagada doliéndome el costado, dando / perdón al denodado / enemigo que soy de mi mismo y de mi alma. / Solitario por dentro, fatigado, / Sin esperanzas como / Un Cristo de abisal perspectiva / Sobre el madero de mi columna vertebral crucificado / Por los días que vivo buscando una respuesta / A la angustia que asalta mis ojos cuando duermo
...”“UNOS INSTANTES DE LUCIDEZ... Y EL ALMA QUEDA CONVERTIDA EN UN MONTÓN DE RUINAS”
Karl Jaspers
El dolor es persistente, lo persigue en su tierra de llamas, quema su mundo paradisíaco, intenta intervenir sin ruidos que afecten su armonía, renueva el mundo con su abecedario privativo, denuncia en su silencio la invención de otra realidad, únicamente alcanzable a través de los ojos de un niño atrapado en el cuerpo de un hombre solitario.Establece su propia ley con la que rige los tiempos interiores de la tragedia que se vive del otro lado de su ventana, se enfrenta a tiroteos mágicos de boca en boca, escuchando solamente su intuición, naciendo el poeta trágico y porfiado, que larga su lengua para incendiar ciudades, mares, sembradíos, como un sol desnudo, como la capa y la cola del diablo.Poeta que apasionó hasta después de su muerte, incluso en “discursos póstumos” publicados en la prensa, en donde cada quien intenta interpretar de la mejor manera la partida de De Rokha, quedándonos quizá con la más significativa, la del poeta Eduardo Anguita “Fue su última etapa, sin la cual él no se habría visto plenificado como hombre y como instrumento del verbo. Después murió. La grave seriedad de su experiencia no podía traerle otro suceso más justo que su muerte. Vivir, después de eso, creo que le habría resultado trivial, insignificante e incomprensible”.Carlos de Rokha deja de existir el 28 de septiembre de 1962, dejando una riquísima obra para las generaciones futuras, aunque el recuerdo sea siempre frágil y sus libros hayamos tenido que sacarlos del viejo polvo.

7/28/2005

EL ARTE DE DESVESTIRSE
por Gregorio Angelcos
El negocio del vestuario es hoy uno de los más rentables del país; pues la mentada posmodernidad aligera el pensamiento crítico, incentiva el consumo de yougurt, e invita a la opinión pública a través de la televisión a conservar una imagen esbelta, para responder a los parámetros estéticos de una sociedad que nos manipula desde sus espacios publicitarios, condicionando la voluntad de generaciones que carecen de sensibilidad para apreciar, una noche de bohemia, acompañado de un pernil con papas cocidas, un buen pipeño y un poco de conocimientos para sostener una conversación. Lo cierto es que no existe programa que no incorpore un desfile de modas, de tal manera que, Siempre Contigo de Megavisión, Por fin es Lunes de canal trece, o Buenos Días a Todos de televisión nacional, nos muestran un deambular constante de mujeres hermosas, casi de plástico, y varones con una masa cerebral dominada por sus músculos, desfilando por pasarelas informales, bailando o moviéndose al ritmo de una contagiosa melodía, que es parte de la última estrategia comercial de un sello discográfico trasnacional: “Todo aquel que piense que la vida es desigual / tiene que saber que no es así / que la vida es una hermosura / hay que vivirla.../ nooooo / no hay que llorar / que la vida es un carnaval / que las penas se van cantandoooooo....; y las esfinges continúan paseándose, mientras las cámaras se alternan para captar sus cuerpos : planos atmosféricos, americanos, medios planos cortos, close up, en fin, los cuerpos continúan siendo perfectos, ni un ápice de grasa, narices respingadas y tetas duras y puntiagudas por efecto de la cirugía plástica, mucha silicona en los glúteos, en los labios mayores y menores, y la farándula se desborda, mientras los televidentes descargan adrenalina en sus hogares imaginándose un sueño erótico con la Daniela Campos, la Tonka Tomicic o la Carlita Ochoa., quienes lucen las últimas tenidas primaverales diseñadas por Rubén Campos, Luciano Brancoli y otros costureros de esta pintoresca zoología. El contrapunto se observa en el desplazamiento de las personas por esta congestionada ciudad donde los índices de contaminación tienen a mal traer a cientos de personas que resisten cotidianamente los vértigos que provocan la pobreza, la tristeza o la vegetatividad, en un país donde hay mucho que hacer, pero donde existen estas disfuncionalidades que son parte de las prioridades valóricas de una sociedad mercantilizada hasta en sus segmentos más esenciales. Pero la televisión continúa vendiéndonos la magia de un mundo artificial cada noche, pasando de la publicidad trivial a la publicidad anal, mucho culo redondito, promocionando un jeans o una blusa ajustada, que a la vecina de enfrente no le entran ni con veinte años de dieta rigurosa, y al vecino de la otra cuadra tampoco, porque con el sueldo mínimo apenas le alcanza para pan ,legumbres y margarina, y una caña de vino en un bar desvencijado que sobrevive en un local de adobe que se resiste al proceso de modernización. Lo cierto es que la moda nos envuelve en un ambiente de glamour trasladándonos por un imaginario de falsas expectativas, asegurando que si emulamos a los estereotipos que nos presenta la televisión seremos atractivos, elegantes, y podremos mejorar nuestra capacidad de conquista.Como la comunidad está dividida entre los que están en este cuadro de alienación y los que todavía resisten y levantan banderas por un modelo cultural más humano y verdadero, la segunda opción será desvestirse, dado que se trata de una experiencia más lúdica y erótica que la anterior, no tiene un valor monetario, y de paso contribuye a liberalizar a una sociedad cínica, pacata, y penetrada por un doble discurso: la “libertad” para que las empresas promocionen y vendan, y el resto del mundo que contempla silencioso y soporta las restricciones que son impuestas por los aliados estratégicos de los anteriores, los que sin vergüenza ni apremio, presentan recursos de protección para impedir la circulación de algún anticonceptivo, se molestan por algún desnudo en Cartagena, o una película que según dicen, afectó sus sensibilidades. Por esta razón, entre vestirse y desvestirse... desnúdese, y recuperará la tradición de nuestros antepasados que transitaron entre paisajes y naturaleza, en “pelotitas”, disfrutando de un buen coito, y comiendo del fruto prohibido en el paraíso a pesar de Dios, El Porvenir de Chile y el Opus Dei.

6/22/2005

EL JUEGO DEL PODER ES ASIMÉTRICO Y COMPETITIVO
por Gregorio Angelcos
Pero en este juego que en Chile se convirtió en un entretenimiento de salón para los grupos oligárquicos, solo participan la oligarquía de los partidos políticos, la oligarquía de los empresarios, y con menor influencia, pero de igual gravitación en el plano valórico, la oligarquía de las instituciones religiosas.
El término oligarquía proviene del griego: y su significado etimológico está constituido por las palabras oligos : pocos, y arquía : poder. Oligarquía es una forma de gobierno donde unos pocos ejercen el poder. Este termino ha sido utilizado a nivel político y económico para describir la composición y exclusividad de las elites sociales que han mantenido el poder a través de la historia.Situados en nuestro tiempo y en nuestro país; el Chile del año 2005, el fenómeno oligárquico adquiere plena vigencia y da cuenta de como a partir del termino de la dictadura y el inicio de la transición en la década de los noventa, los grupos políticos organizados que se incorporaron al sistema democrático aceptando la normativa impuesta por el régimen militar, fueron apropiándose gradualmente de todos los espacios desde donde se generan las decisiones de carácter económico, político y cultural que influyen y determinan la vida de todos los chilenos. Aceptaron la continuidad del modelo económico neoliberal diseñado por los otrora Chicago Boys, un grupo de economistas asesores de Pinochet, y discípulos de Milton Friedman, fundador junto a Hayek del modelo económico que hegemoniza la vida de millones de personas en gran parte de Occidente.Las consecuencias en la aplicación del proyecto señalado genera por las lógicas que lo fundamentan, un nivel sostenido y creciente de la concentración de la riqueza en los grupos oligárquicos situados en el mundo empresarial. Paradójicamente Chile es un país estable, con un buen índice de crecimiento, con una capacidad de ejercicio de los negocios en el ámbito nacional e internacional, que goza del reconocimiento del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, pero que registra en su desarrollo, una marginalidad laboral y una política de bajos salarios que reproduce y profundiza la pobreza, sin que exista una sensibilidad y al mismo tiempo una predisposición para asumir medidas que rectifiquen el rumbo señalado, incorporando criterios para una mejor distribución del ingreso y una búsqueda de construir una sociedad con mayor equidad social y justicia distributiva.
Hay detrás de este éxito relativo un conjunto de zonas oscuras donde subsisten los bolsones de pobreza dura, por una parte, y la pobreza incorporada al sistema, que se expresa en trabajos de baja valoración monetaria y por tanto de escaso poder adquisitivo y de consumo.
El drama de esta realidad implica que los recursos obtenidos a través de una fuente de trabajo determinado, no les alcanza para resolver un conjunto de temas esenciales para sostener una vida con relativa dignidad. En un país donde se vende la salud, se vende la educación, se vende el transporte, se vende la cultura, se vende la electricidad, se vende el agua de consumo cotidiano, se vende a ultranza; quienes no pueden acceder a la totalidad de los ejemplos descritos, ya están en un contexto de discriminación que el Estado se muestra incapaz de resolver, y donde los grupos empresariales sin conciencia de país ignoran y actúan decididamente para mantener el status quo.
Después de todo, son los grupos económicos los que determinan en gran medida la política salarial y por tanto son los principales responsables de las carencias y limitaciones con las que viven sus propios trabajadores. Quien se enriquece con el trabajo ajeno y no distribuye con equidad debe asumir que es un factor directo en el empobrecimiento material de los chilenos.
De tal manera, que aquellos que se benefician con las políticas macroeconómicas diseñadas por el gobierno y el parlamento, a través de legislaciones especificas y medidas concretas, como la SOFOFA y otras entidades empresariales y financieras, incrementan sus patrimonios de elite y mantienen una política salarial que oscila entre los 100 y 150 mil pesos mensuales para un trabajador de tiempo completo, y con más de una especialidad técnica a su haber. Lo más crítico de esta realidad es que un 65% aproximado de la masa laboral chilena está sometida a este régimen salarial arbitrario.La tan ansiada flexibilidad laboral les permitirá incluso disminuir sus gastos en recursos humanos a su mínima expresión. Porque dada la demanda laboral en un mercado raquítico como el nuestro podrán contratarse trabajadores con intensa necesidad de subsistencia por debajo de los valores descritos.Así la oligarquía económica se consolida, le parece razonable la gestión gubernamental, mantiene contactos con las comisiones económicas del senado y la cámara de diputados, y de una u otra forma, marca tendencia en la legislación del sector.
Por su parte, los poderes ejecutivo y legislativo adquieren un perfil técnico, estructural y concomitante con la legitimación del modelo económico. Entonces se viene una pregunta : ¿Para qué los hombres hacen política en sociedad?. ¿Es la política solo una herramienta técnica y administrativa para validar y legalizar los intereses tácticos y estratégicos de los grupos empresariales?.
Porque con franqueza, reconocemos en el espectro de la política chilena a tres tipos de actores: los políticos que participan de las lógicas y de los intereses del poder fáctico de los empresarios, y por tanto, sus aliados directos en la obra de consolidación del neoliberalismo, los políticos funcionales al sistema pero con alguna intención reformadora de tono menor, pero que los mantiene en un espacio de autoridad y bajo la égida de un termino manoseado como es el de políticos progresistas, y finalmente, los menos, en los espacios formales de la política que efectivamente tienen la predisposición de actuar con una mentalidad transformadora, para hacer de Chile un país más humano y democrático.A este trío es necesario agregar como una categoría diferente, a una nueva generación de políticos cuyo vínculo con los problemas sociales reales de los cuales incluso son victimas, los convierte en protagonistas de la lucha por rectificar el conjunto de inequidades que se imponen a vista y paciencia de los políticos de estilo y de perfil tradicional. Me refiero a los dirigentes del movimiento universitario y secundario, que tras sus legítimas reivindicaciones hacen política desde sus espacios y se confrontan con el poder político del Estado y con el poder fáctico de los grupos económicos. Con menos decisión y organización lo hacen aún los dirigentes sindicales y de otras orgánicas que empiezan a reaccionar.
Reconocemos a las oligarquías de los partidos UDI y Renovación Nacional como los sostenedores políticos principales de este modelo económico cimentado en la injusticia y en la explotación, por tanto, y a pesar de su penetración mediática en los segmentos populares, no representan una alternativa confiable en la búsqueda de mayor equidad y justicia social. Su discurso que es el de sus abanderados presidenciales Lavin y Piñera, es un discurso retórico y demagógico, destinado a manipular la intención de voto de una ciudadanía desinformada y a veces carente de conocimientos para comprender los fenómenos políticos y sociales de mayor complejidad.Respecto de los partidos que integran la Concertación, la realidad está estructurada entre el pueblo que milita y las oligarquías que deciden el curso de los acontecimientos con entera distancia y voluntad respecto de los primeros. En este espacio, todo está previsto para impedir que se modifiquen las estructuras cupulares, posibilitando la reproducción en el poder de los mismos parlamentarios, los mismos mandatarios, los mismos funcionarios en el aparato del Estado a través de los tres períodos de gobierno concertacionistas. Esta oligarquía se caracteriza a si misma como ilustrada, profesional, y con las herramientas necesarias para darle continuidad al desempeño de su gestión.Si a esto agregamos que la mayoría de este grupo pertenece a los segmentos A1 en la estratificación hecha por la oligarquía empresarial y financiera, para la asignación de créditos y otras actividades económicas individuales; concluiremos que sus posibilidades de reproducción en el poder de sus orgánicas está asegurada hasta cuando decidan poner término a este noble ejercicio vocacional, luego de lo cual derivaran el poder a aquellos sujetos funcionales que hayan cooptado en el transcurso de su gestión.
UNA SUERTE DE HERENCIA MEDIOEVAL COHERENTE CON SU PROYECTO, Y NECESARIA PARA LA PERPETUACIÓN DE UN SISTEMA QUE HAN CONTRIBUIDO A PERPETRAR.
Muchos de estos políticos son funcionales al sistema y no tienen conflicto alguno desde el punto de vista de sus ideas con la realidad salarial, la pobreza, la estratificación y el conjunto de discriminaciones que se viven en el país. Aunque expresen lo contrario en el foro público.La realidad establecida por este tipo de políticos hacen difusa la diversidad, de tal manera que es relativamente imposible establecer diferencias entre un parlamentario socialista y uno democratacristiano, descubrir en el ejercicio de su manera de hacer política las diferencias entre un perfil laico y un perfil cristiano, por señalar un ejemplo. Prácticamente todo es homogéneo e integrista, existe casi un solo razonamiento compartido y por tanto se anula la creatividad y la búsqueda de lo nuevo con la intención de generar dinámicas con variantes que cambien el oscuro curso de los acontecimientos.Es algo anecdótico descubrir la intensa vocación de servicio público de personas de niveles medios altos y altos enquistados en partidos que han sido tradicionalmente partidos de trabajadores o de clase media como el partido socialista o el partido radical. Lo más probable es que dada la sapiencia de estos actores de mayor poder económico, de mayores conocimientos en apariencia, y de categórica influencia, se autoconvenzan de que son indispensable para avanzar en un proyecto de sociedad donde prevalezca como condición insustituible, el mundo del trabajo y de las ideas. Curioso, porque hasta el momento y después de 15 años de democracia no lo han hecho.Finalmente, unas notas para el Partido Comunista y el Partido Humanista. Sin duda es necesario reconocer la fuerte vinculación y compromiso del Partido Comunista con los trabajadores manuales y de la cultura, y su constante lucha en defensa de los derechos humanos, paradójicamente asumieron la legalidad política legada por la constitución política del 80, elaborada por un equipo de juristas conservadores que actuaron bajo la tutela de Pinochet en dictadura, entre los que se destacaron Enrique Ortúzar y Jaime Guzmán.El Partido Comunista debe democratizarse, pues la rigidez de su estructura, posibilita la reproducción en el poder de su clase política y por tanto, al igual que los otros partidos, legitima la constitución de su propia oligarquía.No es posible sostener en el poder los mismos liderazgos durante 30 años. Ese fue uno de los graves errores cometidos por las elites políticas de los partidos comunistas en los socialismos reales, lo que derivó en la institucionalización de dictadores como Honnecker en Alemania democrática, Chauschesku en Rumania, que terminaron siendo derrocados por sus propios pueblos. Es necesario, transformar la sociedad pero respetando la diversidad y profundizando la democracia, ausentes de toda forma de totalitarismos.Del Partido Humanista, señalar que es un sector abierto, democrático, con una propuesta ecológica y de una economía sustentable o a escala humana que es un aporte a la discusión teórica sobre estos temas.Finalmente es necesario reconocer la existencia de nuevos sectores que fuera de la institucionalidad política legada por el pinochetismo, hacen política cotidianamente desde la sociedad civil. Un fenómeno nuevo en este escenario democrático restringido y controlado por las oligarquías.Sin acceso al poder ejecutivo y al poder legislativo, entran en esta coyuntura, levantando las banderas reivindicativas de trabajadores y estudiantes, la surDA que encabeza Carlos Ruiz, y Fuerza Social y Democrática que preside el presidente del Colegio de Profesores Jorge Pavez.Se trata de movimientos cuya proyección se debe observar con interés en el futuro, y también de instituciones como Attac, o el Foro Social Chileno que a través de su gestión movilizaron a miles de Santiaguinos para reprobar la presencia de la APEC en Chile, alianza económica que sostiene el modelo neoliberal en el mundo globalizado y del cual forman parte paradójicamente China Popular y Vietnam, dos países con tradición comunista.La izquierda chilena se encuentra difusa entre su tradición y su modernidad, entre sectores socialistas que se sostienen sobre la base de una conciencia crítica al sistema actual y que forman parte del Partido Socialista de Chile. El Partido Comunista que debe avanzar hacia una realidad más democrática en su ejercicio intelectual y político. En los viejos radicales y los grupos emergentes entre los que se encuentran el Partido Humanista, La surDa, Fuerza Social y Democrática, el Foro Chileno entre otros. Partidos, Movimientos, Instituciones para una democracia que se inscriba en la diversidad, que supere la partidocracia estrecha de la sociedad política de hoy.Es necesario iniciar una transversalidad en el debate sin prejuicios, analizando temas, encontrando respuestas, diseñando una estrategia de articulación de grupos para iniciar una ofensiva destinada a transgredir el modelo político y económico actual, altamente insuficiente para enfrentar las tareas de transformación que Chile y los chilenos requerimos para vivir con mayor dignidad y justicia social.