7/28/2005

EL ARTE DE DESVESTIRSE
por Gregorio Angelcos
El negocio del vestuario es hoy uno de los más rentables del país; pues la mentada posmodernidad aligera el pensamiento crítico, incentiva el consumo de yougurt, e invita a la opinión pública a través de la televisión a conservar una imagen esbelta, para responder a los parámetros estéticos de una sociedad que nos manipula desde sus espacios publicitarios, condicionando la voluntad de generaciones que carecen de sensibilidad para apreciar, una noche de bohemia, acompañado de un pernil con papas cocidas, un buen pipeño y un poco de conocimientos para sostener una conversación. Lo cierto es que no existe programa que no incorpore un desfile de modas, de tal manera que, Siempre Contigo de Megavisión, Por fin es Lunes de canal trece, o Buenos Días a Todos de televisión nacional, nos muestran un deambular constante de mujeres hermosas, casi de plástico, y varones con una masa cerebral dominada por sus músculos, desfilando por pasarelas informales, bailando o moviéndose al ritmo de una contagiosa melodía, que es parte de la última estrategia comercial de un sello discográfico trasnacional: “Todo aquel que piense que la vida es desigual / tiene que saber que no es así / que la vida es una hermosura / hay que vivirla.../ nooooo / no hay que llorar / que la vida es un carnaval / que las penas se van cantandoooooo....; y las esfinges continúan paseándose, mientras las cámaras se alternan para captar sus cuerpos : planos atmosféricos, americanos, medios planos cortos, close up, en fin, los cuerpos continúan siendo perfectos, ni un ápice de grasa, narices respingadas y tetas duras y puntiagudas por efecto de la cirugía plástica, mucha silicona en los glúteos, en los labios mayores y menores, y la farándula se desborda, mientras los televidentes descargan adrenalina en sus hogares imaginándose un sueño erótico con la Daniela Campos, la Tonka Tomicic o la Carlita Ochoa., quienes lucen las últimas tenidas primaverales diseñadas por Rubén Campos, Luciano Brancoli y otros costureros de esta pintoresca zoología. El contrapunto se observa en el desplazamiento de las personas por esta congestionada ciudad donde los índices de contaminación tienen a mal traer a cientos de personas que resisten cotidianamente los vértigos que provocan la pobreza, la tristeza o la vegetatividad, en un país donde hay mucho que hacer, pero donde existen estas disfuncionalidades que son parte de las prioridades valóricas de una sociedad mercantilizada hasta en sus segmentos más esenciales. Pero la televisión continúa vendiéndonos la magia de un mundo artificial cada noche, pasando de la publicidad trivial a la publicidad anal, mucho culo redondito, promocionando un jeans o una blusa ajustada, que a la vecina de enfrente no le entran ni con veinte años de dieta rigurosa, y al vecino de la otra cuadra tampoco, porque con el sueldo mínimo apenas le alcanza para pan ,legumbres y margarina, y una caña de vino en un bar desvencijado que sobrevive en un local de adobe que se resiste al proceso de modernización. Lo cierto es que la moda nos envuelve en un ambiente de glamour trasladándonos por un imaginario de falsas expectativas, asegurando que si emulamos a los estereotipos que nos presenta la televisión seremos atractivos, elegantes, y podremos mejorar nuestra capacidad de conquista.Como la comunidad está dividida entre los que están en este cuadro de alienación y los que todavía resisten y levantan banderas por un modelo cultural más humano y verdadero, la segunda opción será desvestirse, dado que se trata de una experiencia más lúdica y erótica que la anterior, no tiene un valor monetario, y de paso contribuye a liberalizar a una sociedad cínica, pacata, y penetrada por un doble discurso: la “libertad” para que las empresas promocionen y vendan, y el resto del mundo que contempla silencioso y soporta las restricciones que son impuestas por los aliados estratégicos de los anteriores, los que sin vergüenza ni apremio, presentan recursos de protección para impedir la circulación de algún anticonceptivo, se molestan por algún desnudo en Cartagena, o una película que según dicen, afectó sus sensibilidades. Por esta razón, entre vestirse y desvestirse... desnúdese, y recuperará la tradición de nuestros antepasados que transitaron entre paisajes y naturaleza, en “pelotitas”, disfrutando de un buen coito, y comiendo del fruto prohibido en el paraíso a pesar de Dios, El Porvenir de Chile y el Opus Dei.